El primero, siempre siguiendo el curso del río, es el Puente de la Presilla. Situado en la zona norte de la villa, está construido sobre el río de La Martina, nombre de una de las más poderosas sierras que constriñen la amena y deliciosa villa frailera.
No tenemos noticias documentales de este bello y agreste puente que, en otro tiempo, era la puerta de entrada a los valdepeñeros y noalejeños que se acercaban a nuestro pueblo.
Une los barrios de los Picachos con la Rotura y, en años generosos en lluvias, hace que pasear por sus inmediaciones sea un remanso de paz y belleza.
En otro tiempo, por estos lugares se contaban viejas y apasionantes historias de apariciones y miedos inexplicables, tal vez el cementerio o la falta de un alumbrado que hiciese ver con claridad que las sombras no eran ‘viejas cerniendo higos’ ni ‘encantás’.
La primera noticia documentada en el archivo frailero es de 1872. En sesión extraordinaria, el cabildo frailero acuerda construir de piedra algunos puentes, entre ellos este de La Presilla. El argumento está claro, el peligro para las personas y ganado que deviene de los pontones de madera, que se pudren por la humedad y que las crecidas de los ríos arrastran con facilidad, lo que provoca la incomunicación de los vecinos.